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Predomina el color azul marino, representativo del Normalismo, el rojo
de la fuerza de la lava que emana del Xinantécatl y el dorado como símbolo de
la anhelada riqueza espiritual y material tan esperada por tan entrañable
labor.
El hombre que como centro del universo es capaz de transformarle; y
envestido de hombre – águila, fuerte, idóneo para remontarse hasta lugares
inimaginables con la profusión de sus conocimientos que como límite tiene el
Sol, necesario para la creación de la vida. En 1982, la imagen del Sol es
sustituida por la de un centenario, para evocar el Centenario del Normalismo
en la entidad.
Ese ser emana del Estado de México, en especial del Valle de México;
el cual no olvidará sus raíces prehispánicas y su realidad mestiza.
Todo ese conjunto cobijado por una “M” subjetiva del vocablo maestro
(que se aprecia como fondo en contrastes del azul marino, cielo negruzco), en
posición sumisa pero con decisión propia, comprometida y a la vez agradecida
con su Estado, su escuela y la sociedad que le dio el ser.
Tiene como sustento el libro, atesorado de la sabiduría del mundo
pasado y presente, visionario de los futuros descubrimientos y avances del
hombre.
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